Todo el mundo quiere decir todo en cinco líneas, y eso no es literatura. Mario Levrero

Acerca del Proceso Creador II




LA INCERTIDUMBRE DE LAS PALABRAS


Por Pablo Oubiña


El actor es en esencia cuerpo, espacio, pensamiento y palabra. En la actuación, es el movimiento del actor el que contiene a la imagen. La propuesta entonces es: juguemos con el movimiento, con la secuencia de movimientos para luego poder introducir la palabra desde un lugar mucho más profundo.


Hay un lugar en donde la palabra del actor se convierte en incertidumbre. Un lugar en donde las certezas y las convenciones se diluyen, en donde éstas dejan de ser meros símbolos lógicos para transformarse en entes orgánicos. Es a partir de esta incertidumbre que la palabra adquiere valores más profundos. Se puede llegar a ese lugar de incertidumbre a través del juego. Este juego único y fascinante surge de la conjunción cuerpo-movimiento-palabra.


El cuerpo humano tiende, por naturaleza, a adquirir movimientos, a asimilarlos y a convertirlos en propios. La forma de caminar, de sentarse, de estar de pie, etc. Incluso, la forma de hablar también tiene su razón de ser a partir del movimiento del cuerpo y la postura corporal. La palabra, en boca del actor, puede caer en esa misma red de prejuicios en el que cae el movimiento corporal.


La pregunta, entonces, podría ser: ¿la memoria de estos movimientos corporales -movimientos adquiridos y asimilados hasta el cansancio- condicionan al actor? El cuerpo humano, cuando se siente expuesto, suele volver al lugar común, a lo conocido. Lo hace a modo de defensa porque es en lo conocido, es en el lugar común, en donde se siente seguro. El actor, para no verse condicionado ni caer dentro de esos movimientos repetidos, debe romper con esa seguridad corporal preestablecida.


En cierto modo, con el uso de la palabra sucede algo parecido. La palabra termina transmitiéndose desde el lugar común. La idea, entonces, es tratar de romper con esa red de prejuicios, a partir del movimiento, a partir del juego entre movimiento y palabra. Así como se puede romper esa memoria de movimientos convencionales que el cuerpo posee, también se puede romper la lógica del lugar común al que nos llevan las palabras. Esto no quiere decir que le cambiemos el significado a las palabras, sino que ese significado pueda ser mucho más profundo, intenso, poético.


La moraleja pedagógica podría ser lo que Peter Brook nos dice en su libro “Provocaciones”: “El actor no debe sólo revelar lo que comprende: debe llevar el misterio de su papel a su propio nivel personal. Y allí debe dejar que su papel resuene en él, que vibre en todo aquello a lo cual él jamás podría acceder por su exclusiva cuenta”.



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