Ya no hay nada. Ni los pájaros, ni los árboles, ni las hojas secas, ni las flores, ni los perros, ni las estrellas en el cielo, ni la luna, ni los niños, ni la brisa, ni la música, ni las velas. Hace rato se terminaron los olores. No hay milagros ni plegarias. Solo se escucha el olvido. Está vacío. Ya no hay nada, Marita. Se terminó. El cielo está rojo de nublado. Va a llover.
Gloria.
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